Mi amiga estaba llorando.
No estaba pasando por un buen momento de su vida cuando le agarré la mano y le dije: “tranquila, todo pasa”. Trataba de consolar su pena, de darle una esperanza para un momento de profunda tristeza, para un momento de esos que nadie quiere vivir, pero que no es posible evitar.
No creo que mi consejo tuviera éxito en ese momento, pero lo que le dije es cierto: todo pasa.
Es que las penas están para ser lloradas, sentidas y sufridas, y mientras eso no pase, no se van. Evitar sentirlas, tratar de calmar con urgencia el llanto, no saber lidiar con el momento de ansiedad o encontrar distracciones que nos llevan a escondernos del dolor, solo causa que se queden más tiempo, pero una vez que aprendemos a sufrirlas, se van. Necesitan un montón de lágrimas, otro tanto de tiempo y paciencia y una buena dosis de resiliencia para transformarse y convertirse en recuerdo: a veces negro, a veces importante, muchas veces lleno de aprendizaje y crecimiento, y otras veces se convierten en eso que habríamos preferido no vivir, pero tarde o temprano, si dejamos de luchar contra ellas, lo cierto es que la penas se transforman.
Y no solo los momentos tristes pasan. Los alegres y hermosos, también. Y creo que de eso nos olvidamos.
Queremos que pase el tiempo rapísidimo para olvidar lo malo, y nos aferramos con garras a lo bueno, para estirar la satisfacción lo que más sea posible, como si pudiéramos controlar las vivencias con acelerador y freno. Eso no se puede.
Pasa lo malo, pero lo bueno, también.
Pasa ese logro. Ese día en el que publicaste tu primer libro. El momento en el que nacieron tus hijos, tus hijas, tus sobris. Cuando pudiste volver a abrazar a tu familia luego de tanto tiempo lejos. El día en el que te entregaron ese título que tanto te costó conseguir, o cuando abriste tu primer negocio, o cuando llegó la primera suscripción desconocida a tu newsletter. Cuando pudiste trabajar en ese lugar que tanto querías y conocer ese lugar del mundo que estaba en tus sueños. Cuando recibiste esa sorpresa hermosa, inesperada. Cuando encontraste una carta amorosa escrita para ti. Cuando compartiste un domingo hermoso con tu familia, paseaste por la ciudad con tu amiga del alma o cuando simplemente completaste todas las tareas del to-do list del día. Cuando bailaste, cuando reíste a carcajadas, cuando comiste rico. Cuando fuiste feliz con pequeñas o grandes cosas, pero feliz al fin y al cabo.
Todo pasa. Eso también.
Quizá por eso el reto está en vivir con más consciencia cada momento, cualquiera que este sea, y comprender, de verdad, que la vida son pequeños instantes y grandes retos cotidianos, y que más allá del cliché, es una realidad: ESTO ES SOLO HOY.
Con un abrazo,
nicole
Descarga la app para que puedas interactuar y comentar fácilmente, y para que descubras un montón de otros newsletters que andan dando vuelta por el mundo:
Todo pasa, claro que si.♥
Me ha gustado mucho tu reflexión, Nicole.
Solamente hay una certeza absoluta; y es el hecho de que algún día dejaremos de existir. El problema es que no queremos pensar en ello, ni relativizarlo. Una vez que lo haces, todo lo malo que te pueda ocurrir, deja de ser tan malo. Como bien dices, TODO PASA.
Hay una frase que me encanta y a la que siempre recurro cuando algo malo ocurre, y es que: «no hay mal que por bien no venga». Parece algo simple, y hasta banal. Pero si lo piensas bien, cuando dejas que las cosas malas pasen, porque todo pasa, y las piensas de nuevo pasado un tiempo, al final caes en la cuenta de que eso malo que sucedió, realmente no fue tan malo. La vida siempre de una de cal y otra de arena. Nosotros tenemos que saber ver siempre lo positivo de las cosas.
Gracias por estar. ❤️