Esta semana fui 3 veces a la Feria del Libro de Buenos Aires porque una parece ninguna y porque es demasiado grande como para ver todo lo que quería ver en una sola ida. Me volví loca con tantos libros, compré la quinta parte de lo que quería (y el triple de mis reales posibilidades de lectura), dejé escondido en un estante un libro de cocina de campo para ver si se me pasan las ganas de comprarlo porque ni cocino ni vivo en el campo (aunque la realidad es que he soñado con él tres días seguidos y estoy consciente de que terminaré viviendo en el campo) y, por más que me haya querido autoconvencer de que no necesito más libros, llegué a la conclusión de que sí necesito: los libros, todos, hasta los de cocina para una no cocinera como yo, son SIMPLEMENTE NECESARIOS.
Es que en los últimos días tuve demasiados estímulos culturales.
Los millones de libros en la Feria, la cantidad de personas apasionadas recorriendo sus pasillos en busca de la próxima historia, un montón de libreros entusiasmados hablando de sus más preciados ejemplares y, por otro lado, el teatro -vi una obra divina para romper la rutina del lunes- y la escritura -retomé un texto al que vuelvo luego de más de 3 meses de haberlo dejado dormir-, me pusieron a pensar cuán necesarios son el arte, la cultura y la expresión en nuestras vidas: nos muestran quiénes somos, qué nos conmueve, qué nos interpela; nos muestran mundos que de otra manera no podríamos conocer, y eso hace que podamos desarrollar empatía, curiosidad, que podamos aferrarnos a ciertas causas, que queramos seguir ciertos ejemplos y que logremos que muchos otros no se repitan. Hacen muchas más cosas de las que podemos comprender o enumerar fácilmente.
La literatura, como expresión artística, nos muestra una belleza tan grande desde la modestia y simpleza más profunda, que maravilla solo de pensarlo: un montón de letras oscuras asentadas sobre un papel casi siempre claro son capaces de crear verdaderas revoluciones en las emociones, en la vida e incluso en la historia del mundo. Es que no se necesita más: es tanto y tan poco al mismo tiempo, que me resulta sublime.
Cada libro que llega a mis manos es mucho más que lo que leo: empiezo a imaginar qué pensó y sintió quién lo escribió, cómo construyó el texto, si lo escribió a mano (no me sale de la cabeza Jane Austen a inicios del siglo XIX), si usó una máquina de escribir (me viene a la mente Isabel Allende con su primera novela, en la cocina de su casa en Venezuela) si hoy pasea con una laptop por el mundo buscando inspiración o si lo hace desde la calma de su casa. También me pongo a pensar en el costo de escribir, en el desafío que supone hacerse cargo de esa escritura frente al mundo, y en esa necesidad tan intrínseca de hacerlo y mostrarlo bajo el costo que sea. Y qué felicidad me da que tanta gente se atreva. Es que no podrían haber lectores tan felices y ferias del libro tan llenas, sin la materia prima: escritoras y escritores que, pese a tantos NO -miedos, vergüenza, errores, posturas no convencionales y encima una industria difícil y no tan bien paga que digamos- hacen desde el acto de escribir sus propias rebeliones, esas que, aún muchos años después y desde el estante de cualquier biblioteca, en cualquier lugar del mundo, siguen causando estragos.
En mi último recorrido por la feria del libro encontré la edición del primer volumen (de 5 tomos en total) del diario de Virginia Woolf -a quien jamás he leído- y me quedé pegada de esa primera página: 1 de enero de 1915. Me pregunté si ella, cuando abrió ese cuaderno para escribir, alguna vez imaginó que más de 100 años después alguien al otro lado del mundo estaría, pegada, leyendo sus líneas más íntimas. Y la respuesta es clara: no. Y la reflexión es más clara aún: incluso cuando nadie te lee, incluso cuando escribes solo para ti, incluso cuando parece que eso que dices es irrelevante, el arte de la escritura SIEMPRE va tener sentido. (Y tener un diario íntimo también 😉).
🤣🤣🤣👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻 Los libros… nos vuelven locas! 🤣🤣🤣 También estuve en la feria del libro y encontré un montón de libros que quería, pero es que el día del libro también había estado en otra librería y salí con otros tantos 🤣🤣🤣 Mi marido me preguntó si me había gastado todo el sueldo o había dejado algo 🤣🤣🤣.
Un abrazo Nicole!
me hice recordar que hace dos años estaba en la feria del libro de Buenos Aires. Gracias, abrazo desde Brasil <3