50. Un placer conocerte
Un concierto muy esperado, los recuerdos más lindos de mi niñez y todo lo que la música de Laura significa en mi vida.
Miércoles, 20h10.
No logro entender por qué, pero mis ojos se llenan de lágrimas.
Camino sola en medio de un tumulto de gente y voy, pensativa, mirando al piso. Alcanzo a ver solamente mis converse negros a paso rápido y escucho murmullos por todo lado aunque en realidad, estoy en mi propio mundo.
Agarro el teléfono para avisarle a Diego que llegué.
Le digo que estoy emocionada, tanto que estoy por llorar aún sin haber entrado al recinto. No reconozco esa sensación en mí, así que es solo cuando le escribo a él esa frase, que entiendo lo que me pasa.
Hace muchos, muchos años, en una de mis múltiples otras vidas, mi mamá y mi papá me regalaron por Navidad una grabadora con CD, de esas que hoy son un aparato vintage, pero que en ese momento eran lo más cool. Mi hermano recibió la suya en color negro con un CD de Los Pericos y yo recibí una blanca con gris con un CD de Laura Pausini. No sé si mi hermano sabía a sus 8 años quiénes eran Los Pericos, pero sí sé que yo, a mis 11, sabía perfectamente quién era Laura Pausini.
Desde que la escuché en la radio por primera vez, empecé a cantar a diario sus canciones, la mayoría de veces frente al espejo del baño y utilizando como micrófono el cepillo redondo y frondoso de mi mamá. No conforme con eso, en las tardes me dedicaba a oir un programa de radio solo para ser la primera en llamar y pedir con ímpetu “La Soledad”, porque no importaba que pudiera repetirlo y escucharlo cuantas veces quisiera en mi nueva grabadora, yo quería que todo el mundo lo escuchara y sintiera como yo que, sin haberme dado ni siquiera el primer beso, disfrutaba de sufrir un poco reemplazando a Marco que se había marchado para no volver, por alguno de mis novios imaginarios que no solo no volverían, sino que ni siquiera iban a llegar en ese momento de mi vida.
Desde entonces han pasado casi 30 años.
Aún conservo el CD original, la grabadora blanca todavía funciona y sigo cantando frente al espejo -y alguna que otra noche frente al Diego- sus canciones. En realidad nunca dejé de hacerlo.
Crecí escuchando su música que me acompañó -y aún me acompaña- en un montón de momentos importantes y, cuando le doy play, no pienso en el desamor, ni en mis relaciones fallidas, ni en los amores extraños, ni tengo ganas de llorar. Cuando le doy play, aunque ahora sea en Spotify y no en su disco físico, regreso a los momentos más importantes que están en el fondo de mis recuerdos. Regreso a los sueños que tenía de niña, a esa Navidad en la que ese regalo simbolizó tanto para mí. Regreso a mi familia, regreso a una parte de mí que me gusta, que me emociona. Regreso a mi mamá, a mi papá, a mi hermano. A ese momento. A ese abrazo. A un lugar hermoso al que me traslada su voz.
Regreso a mí siendo yo misma, viviendo en mi lugar seguro.
Quizá por eso caminar por Buenos Aires para ver a Laura por primera vez me emocionó hasta las lágrimas incluso antes de escuchar la primera canción.
Quizá porque al final -o al principio- la vida son esos momentos tan pequeños, esos que parecen insignificantes, esos que parece que nacieron para pasar inadvertidos, esos que a veces solo tú recuerdas, pero que muchas veces se quedan clavados en algún lugar del pecho. Quizá lo que pasa es que la música no es solo música, es lo que nos provoca, a dónde nos traslada, qué simboliza, qué nos recuerda. Quizá los artistas no son solo artistas, son amigos desconocidos que se sienten cercanos, que nos sostienen, que nos acompañan, que hablan por nosotros o mejor dicho, que nos hablan a nosotros.
Quizá Laura no es solo la linda voz o las canciones nostálgicas.
Quizá Laura, para mí, es el recuerdo más profundo de mi familia unida ese diciembre del 94, cuando las caras de emoción al desempacar el regalo fueron marcadas por unas notas que nunca más se fueron de mi oído y de mi alma y que hoy, 30 años después y en vivo, siguen sonando igual de emocionantes que aquella tarde de Navidad en la que, sin imaginarlo, su música empezó a crear dentro de mí los recuerdos más importantes de mi vida.
Ha sido un placer conocerte, Laura.
Si es tu primera vez aquí y quieres leer más entradas, puedes acceder a todo el archivo aquí. Si tienes algún otro newsletter que recomendarme, puedes hacerlo en los comentarios, me va a encantar saber a quién estás leyendo 📨
Que hermoso recordar así!! Es felicidad, es amor, es nostalgia. El corazón late y lo mejor, vuelves siempre a ese lugar seguro que tú dices.
Qué genial para tus papis acertar de esa manera con un regalo navideño!!! Ahora me dio ganas de escuchar La soledad, por Laura Picussi .