18. A un paso de los 40
Un break del libro en la previa del cumpleaños más raro de toda mi vida.
Hoy me gustaría contarte un poco más del libro. Los avances, los retrocesos. Las ciudades de Europa que visitamos y que todavía no te cuento. Las reacciones de Tatiana al ver su casa por foto luego de tantos años. Hoy me gustaría contarte cómo va todo ese proceso que, aunque no siempre avanza al ritmo que quiero, ocupa mi mente gran parte del tiempo. Sin embargo, no puedo.
Hoy no puedo.
Hoy solo tengo en mi mente que en pocas semanas voy a cumplir 40 años. Y eso suena a mucho, a demasiado para mí. Y me está rondando y dando vueltas en la cabeza desde hace varios días.
No logro ubicarme en los 40 por más que lo intente. Reviso el calendario constantemente y hago la resta en la calculadora para cerciorarme de que no hay ningún error, de que no es una fantasía o un sueño. Resto 2023 - 1983 y sí, efectivamente, son 40. Me fijo en los recuerdos de Google y en el “hace 10 años” sale mi fiesta de 30. 30 + 10 = 40. Cumplo cuarenta y, definitivamente, no hay margen de error. Sin embargo, mi alma es demasiado joven para un número que siempre me pareció tan alto. Mis gustos son muy adolescentes para cuatro décadas. Quizá, lo que pasa, es que tengo una idea preconcebida de los 40 que no se condice conmigo. Y quizá por eso es que se siente tan, tan raro.
Recuerdo perfectamente cuando mi mamá cumplió 40: su fiesta, la música, los peinados encopetados de su amigas (casi todas con el pelo corto) y los trajes formales de terno y corbata de los hombres. Y recuerdo lo lejos que se sentía ese día para mí. De hecho creo que en ese momento, con mi jumper rojo, mis medias verde oscuro y mi corte de pelo asemejándose a un champiñón, ni siquiera me planteaba que algún día sería yo la que cumpliría 40, menos como los cumplo ahora: sin hijos, sin tacones, sin ropa formal, sin medias nylon, sin pelo encopetado y sin toda esa imagen mental que construí desde esa fiesta de cumple y a lo largo de mi vida sobre lo que significa tener 40 años.
Lo que sí tengo claro -y supongo que mi mamá también lo tenía y por eso se hizo tremendo festejo- es que los 40 no son cualquier cosa, porque ni los 20 ni los 30 se sienten así como los 40, en el pecho, en la garganta, en el espejo y de vez en cuando en la ciática. Los 40 son un hito en la vida. Son un antes y un después, aún no sé de qué, pero son. Son un umbral. Un estado. Un pretexto para hacer lo que quieras hacer, porque ya tienes 40. Un poder que no tuviste antes sobre tu vida, porque ya tienes 40. Los 40 son un lugar que todavía no logro divisar cuál exactamente es o dónde precisamente queda, pero sin duda volviendo al día del peinado de champiñón, se me hacía muy, muy, pero muy lejano.
Y ese día lejano ahora está aquí, a la vuelta de la esquina.
Lo espero en jean roto y converse, aunque ahora estén de moda los crop tops. Lo espero ilusionada a pesar de la confusión mental y corporal. Lo espero a pesar de esa presión que me oprime el pecho, esa que se siente cuando estás a punto de hacer algo riesgoso, que te provoca pavor, pero que sabes que si sobrevives tendrás los mejores recuerdos de toda tu vida. Lo espero con la misma excitación y ansiedad que se siente cuando estás a punto de saltar desde un paracaídas… Bueno, en realidad nunca he saltado de un paracaídas porque nunca he sido tan valiente como para atreverme, pero creo que así se debe sentir. De todas formas se ve que si no saltas voluntariamente, llegas a los 40 y boom: estás saltando quieras o no, con el vacío esperándote, con el miedo de que todo salga mal y, al mismo tiempo, con la emoción de que todo salga bien. Con un montón de dudas de qué es lo que viene después de ese salto hacia el abismo. Con el temor de saber si resistirás, si podrás con todo eso enorme que viene luego de arrojarse. Con seguridad de que antes de subirte al avión tomaste todas las precauciones que estaban en tus manos como para que el vuelo sea lo más placentero, emocionante y rejuvenecedor posible. Con mucha ilusión porque luego de 40 años de haber vivido y de unas cuántas docenas de sesiones de kinesiología, todavía hay chances de atreverse, de cambiar, de caminar en distintas direcciones, con la diferencia de que ahora los cimientos están bien plantados en la vida, con los amigos y la familia de la mano.
Y sí, aunque también siento que el reloj empieza a jugarme en contra y que de alguna forma la vida está por ponerme el cronómetro en cuenta regresiva, creo que eso no es más que un impulso para vivir los 40 con más intensidad, con más ganas, con más proyectos, con menos límites y con menos miedos. Es como si en los 40 no existieran trabas ni pretextos, como si no existieran cosas imposibles ni pospuestos. Como si los 40 llegaran con un pase de libertad que no caduca y que me da la bienvenida a los primeros años de la segunda mitad de mi vida.
Estoy lista.
Me encanta… Suscribo todas tus palabras Nicolita… ❤️
😘🙏